Todavía me siento mareado de la fiesta de la que acabamos de llegar, estoy recostado sobre tu almohada. Me abrazas. Si cierro los ojos muy fuerte y desamarro mi imaginación siento como si volara a gran velocidad por la oscuridad, y quien sabe, en la oscuridad no hay ningún punto de referencia y tal vez vaya a 300 km/h.
Allí te conocí. Tus ojos eran los más hermoso que jamás hubiera visto. tu cabello era muy llamativo, de una interesante combinación de colores armoniosos. Y el sonido de tu nombre hacía vibrar mi mente cada que vez que lo repetía en mi pensamiento.
Al principio platicamos cosas muy absurdas.
Y ahora estamos en tu cama.
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