sábado, 21 de marzo de 2009

Llaves de identidad

La persona que tienes frente a tí no soy yo. Lo que traigo puesto es sólo un disfraz. Tengo miedo de revelarte mi verdadera identidad. Trato de abrir esas puertas que impiden a mi verdadero yo salir a flote. Tengo la llave. ¿Pero porqué no la uso?

¿Temo a crear un radio de destrucción y caos a mi alrededor?. ¿No es eso lo que quiero? ¿Qué acaso no quiero romper el silencio y lo cotidiano?

Tal vez si estallo, la luz que emane atraiga a seres igualmente o más poderosos que yo. Quiero conocerlos pero también tengo miedo de enfrentarlos. ¿Qué si descubro que la luz que emane era una mera ilusión o un golpe de suerte?

Ahora que lo veo detenidamente, no es una sóla puerta. Son varias. Y no es sólo una llave, es un llavero. Tengo las llaves, sólo debo decidirme a usar la correcta en cada puerta para liberarme de mi prisión interior.

Si verdaderamente poseo tales poderes tal vez no sea necesario usar jamás esta rídicula máscara. Pero una vez que me quite la máscara no hay vuelta atrás. No controlo el tiempo, y no puedo pretender ser la persona que era antes si es que no me gusta mi yo desnudo.

También temo lo que me pueda encontrar en el camino. Temo que sean cosas demasiado insignificantes o por el contrario, descomunales. No tengo muchas alternativas, o seguir avanzando o pudrirme aquí con las moscas.

Tengo que ser constante, autodisciplinarme, abrir una puerta al día, afrontar las pruebas y recibir sin miedo las consecuencias. Sólo así, tal vez, el mundo deje de ser un lugar tan gris. Tal vez sea yo el que pueda llenarlo de luz.

¿Y si no?

Ya no debo dudar.